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La inteligencia emocional en el éxito del líder

Por Ing. Gustavo Daniel Santini [ Acerca del autor]

Para andarnos sin rodeos y con palabras simples, liderazgo es lograr que otros hagan sus tareas con ganas, con verdadera voluntad. El líder organiza recursos y canaliza el potencial de las personas. El liderazgo requiere inteligencia racional para la planificación de tareas e inteligencia emocional para la conducción del grupo humano. El Análisis Transaccional (una de las Nuevas Ciencias de la Conducta- NCC) es un modelo educativo que permite una formación enfocada hacia la conducta humana y el desarrollo de un Liderazgo Situacional. Las NCC brindan los fundamentos para el desarrollo de la inteligencia emocional. La trascendencia en el liderazgo está dada por una actitud, una preocupación del líder más allá de su contexto de acción, de su área de influencia. Es cuidar a la Tierra como si fuera su jardín, es sentir las necesidades y los sueños de su grupo. Es trabajar con principios, como centro de su acción. Es sentirse integrador y a la vez un pequeño integrante. Es lograr su realización mediante la realización de los demás.

El Liderazgo y la estrategia empresarial

En el contexto actual y futuro de análisis globales y de decisiones rápidas en equipos interdisciplinarios, el potencial humano es el diferenciador en las organizaciones. No se pueden aprender recetas de conducción: el líder necesita una fuerte formación en el tema de su dominio personal, para conocer y conducir a los demás y transmitir la visión a su equipo.

Partiendo de una de las tantas definiciones, liderazgo es “un proceso de influencia, en las actividades de individuos o grupos, para el logro de metas comunes, en situaciones determinadas”.

Esto abarca:

1.- Por un lado, actividades y metas (tareas y organización).

2.- Por el otro, influencia en individuos y grupos, en situaciones determinadas (personas y contexto).

Entonces, podemos apreciar la necesidad que tiene un líder para formarse en dos rubros que están definidos a la perfección:

1.- Ejecución efectiva de las actividades

Necesita herramientas para la planificación y el seguimiento de esas actividades. La planificación de tareas requiere más Inteligencia Racional (que, por lo general, se enseña en las universidades técnicas y en los cursos tradicionales de liderazgo de proyectos).


2.- Desarrollo e interacción con Personas

Lo cual, lamentablemente es la parte más importante y tal vez menos concreta de su formación.

La conducción de personas requiere Inteligencia Emocional (inteligencia intrapersonal e interpersonal) y... ¿dónde la aprende? Posiblemente, sólo cursando la carrera de Psicología. Es justamente un famoso líder, el reconocido Lee Iacocca (padre del Mustang de Ford y quien hizo resurgir a Chrysler), quien cuenta en su autobiografía: “que los cursos de mayor utilidad para mí, más aún que las materias de ingeniería y administración, fueron los años que estudié psicología”.

La Inteligencia Emocional comienza por el conocimiento de uno mismo (lo que Peter Senge denomina “Dominio Personal”, siendo las demás disciplinas: Visión compartida, Trabajo en Equipo, Liderazgo y la Disciplina Sistémica —la cual engloba a las demás.

Las estructuras organizacionales actuales tienen sus organigramas formales, que sólo muestran una fotografía de la posición de las personas en la empresa y no reflejan como son las comunicaciones en el sector o entre empleados de distintos departamentos. Pero ya todos sabemos que los procesos cruzan departamentos, que las transformaciones que realizan las empresas para agregar valor, pasan de un sector a otro, y estas cosas no siempre se reflejan en el organigrama; ya sea la transformación de materia prima en un producto o la transformación de información para entregar un servicio, todas tienen momentos y procesos que no están definidos de manera rígida e inalterable.

La globalización —dentro del contexto de tener la competencia en Asia y sufrirla como si estuviera en la esquina, y producto de las telecomunicaciones, tecnología, Internet y un mercado cuya oferta supera la demanda— genera un ambiente muy dinámico, de altísima rotación en la oferta de productos y servicios y que requiere de mayores decisiones en lapsos más cortos con un alto grado de incertidumbre.

Necesidad de una formación emocional (psicológica)

Este es el panorama de un mundo donde se requieren Líderes Situacionales, líderes dispuestos a “hacer lo que más conviene hacer en el momento”; líderes flexibles a las necesidades humanas y al contexto.

“Cada vez se reacciona demasiado ta rde, más pronto”, dice Alberto Levy y tiene mucha razón.

La administración, la ingeniería, las construcciones, la logística, los transportes, las telecomunicaciones; todas son industrias que requieren de líderes de proyectos para su ejecución, pero además: toda acción de un grupo pequeño o muy numeroso requiere de líderes, desde el proyecto más pequeño hasta la dirección de las empresas más grandes del mundo.

Los estudios neurológicos demuestran las habilidades diferenciadas de nuestros hemisferios cerebrales, lo racional en el hemisferio izquierdo y lo emocional y creativo en el derecho. Por eso, a veces se dice: “administremos desde el izquierdo y lideremos con el derecho”. Utilizar ambos hemisferios es desarrollar ampliamente nuestro potencial para actuar. El liderazgo lo desarrollan con éxito las personas que reúnen las cualidades de “Inteligencia racional” para el cumplimiento de metas, y de “Inteligencia emocional” para entender y motivar al grupo de personas.

Entonces vemos que la combinación que más ayuda a un líder es la que complementa ambas inteligencias.

La formación racional es la que recibe en la carrera técnica; ¿y la formación emocional? ¿Cómo recibir esa formación para desarrollar la inteligencia emocional? La respuesta que este artículo propone es: teniendo una formación psicológica. Conociendo las bases de nuestro comportamiento para entender mejor las interrelaciones humanas.

La definición que me parece más actual de liderazgo es: “La primer responsabilidad de un líder es definir la realidad. La última es decir gracias. Entre las dos, el líder debe convertirse en sirviente y deudor”, según lo que nos dice Max de Pree.

Ser sirviente es algo que quien no es un verdadero líder le causa malestar. Estamos en la organización para “servir”, en nuestra familia estamos para servir, en la sociedad estamos para servir. Esta “preocupación para y por servir” es la que diferencia a una empresa de otra; su calidad, su atención a los clientes, su respuesta en la postventa, en el servicio técnico, etc. Somos sirvientes, y quien no lo ve así, está yendo de contramano al respeto humano y a la productividad en su empresa.

Servir es el camino para trascender
Con todo esto claro, ahora intentemos poner en pasos perfectamente identificables el camino de liderar/conducir/gestionar/dirigir/administrar…

Misión: lograr que otros hagan sus tareas con ganas, con verdadera voluntad

1.- ¿Qué hacer? Pues desarrollar habilidades de comunicación, motivación, conducción, armonía, proactividad, respeto, humildad, toma de decisiones, administración del tiempo.

2.- ¿Cómo hacerlo? Por vía del desarrollo del dominio personal, el conocimiento de uno mismo para entender a los demás. Mediante la formación en inteligencia emocional. Entendiendo que empresa, negocios, liderazgo, espiritualidad, razón, alma, crecimiento personal, resultados, están ligados en el contexto y la conformación del individuo.

En resumen, cambiar nuestras conductas es un acto profundo por el simple hecho de que nuestras emociones, en su fundamento y rango, se ven afectadas de manera directa. Sin un cambio emocional, no puede existir un cambio de paradigmas... y los paradigmas definen nuestra estrategia, tanto en la empresa y como en la vida.



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