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Soy experto (o eso creo)

"Hemos estado diseñando sistemas complejos cuyos componentes activos son componentes variables y altamente no-lineales llamados personas, sin haber caracterizado a estos componentes o a su efecto sobre el sistema que está siendo diseñado. Una vez que hemos reflexionado sobre ello, nos parece absurdo; pero sorprendentemente pocas personas en nuestro campo le han dedicado seriamente sus energías a comprender cómo estas cosas llamadas gente afectan el desarrollo de software." - Alistair Cockburn

Dos preguntas provocadoras: ¿Por qué, si tenemos personas expertas en las llamadas “metodologías” y en manejo de proyectos, el proceso de producción de software (y, sin temor a equivocarnos, podríamos hacer esto extensivo a tantas otras áreas de ingenieria) sigue siendo tan difícil, agotador y agobiante? ¿Por qué, al iniciar un proyecto, tenemos la sensación de estar haciendo algo importante y significativo, pero al mismo tiempo sabemos que va a ser tan demandante que es como si fuéramos a purgar una condena que nos va a mantener alejados de nuestra familia, nuestras amistades y del goce de la plenitud de la vida?

El Señor Spock nos respondería, sin duda, que nuestros pobres métodos y técnicas de estimación, de métrica y de conducción no están a la altura de nuestros proyectos. A diferencia de los terrícolas, en el planeta Vulcano nunca emprenden una iniciativa sin antes haber estudiado exhaustivamente todas las variables, los riesgos y las oportunidades. En otras palabras, es un problema de hiperinteracción e hiperintegración de vectores variables cuyo factor de incertidumbre cuantitativa prácticamente se anula mediante la factorización compleja desarrollada en el algoritmo PMSEI-2225.

El Capitán Kirk le respondería al Sr. Spock que la economía del planeta Tierra en la época de la que estamos hablando está regida por la competencia y por la prisa por salir al mercado; y que el algoritmo del que habla no podría ser aprovechado, aunque fuera felizmente descubierto, debido a que los supuestos tecnológicos, sociales y políticos del procedimiento no están aún presentes.

“De acuerdo, Capitán, pero de cualquier manera lo podrían hacer mejor, ¿no es así?”.

Y así es, en efecto. Recapacitemos un poco: una vez que tenemos prácticamente todas nuestras plantillas y trucos para poder plasmar nuestros requisitos, alcances, estimaciones, condiciones limitantes, factores críticos para el éxito, calificación y cuantificación de riesgos... una vez que somos personas expertas: ¿Cuales son nuestras debilidades principales?

Cada quien va a dar opiniones distintas, y muy respetables; aquí queremos introducir sólo dos contribuciones, también provocativas:

A escala local (por lo menos en Mexicalpan de las Tunas) no contamos con una buena organización de profesionales dedicados a manejo de proyectos que se reúna con cierta regularidad para intercambiar opiniones de viva voz, con el objetivo de compartir las lecciones de nuestros aciertos y errores.

Soñamos con Viaje a las estrellas, pero en lo que respecta a relaciones humanas estamos todavía en El planeta de los simios. (Si nos sirve de consuelo, Alistair Cockburn y otros veteranos de las guerras metodológicas y del manejo de proyecto nos están diciendo que lo mismo ocurre en el llamado Primer Mundo.)

En la búsqueda del tiempo perdido

Existen tales cosas como capítulos del Project Management Institute (PMI) en Guadalajara, México, Monterrey y Puebla. Con todo el reconocimiento que merecen sus actuales miembros y directivos, creemos que es necesario ponernos en contacto para ayudarles a promover eventos, darle mayor visibilidad (en la medida de nuestras fuerzas), y en general contribuir con nuestros modestos recursos.

Comuniquémonos, pues, para intercambiar experiencias sobre la capacitación o el autoestudio que requerimos y los eventos y actividades que tenemos que organizar.

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